Más allá de las ideologías
que moldearon el pensamiento y la mirada de los historiadores vernáculos, más
allá de las nuevas tendencias revisionistas y de la puesta en escena de esa
suerte de “historia para todos”, edulcorada y feliz, de los medios de
comunicación ante el bicentenario, lo cierto es que algunos de los hechos que
marcaron a fuego nuestra historia –y presagiaron la “argentinidad” modelo XXI-
estuvieron muy ligados a la carne vacuna.
Uno de ellos, en especial,
partió como un queso la historia política en un antes y un después: el 17 de
octubre de 1945.
El peronista ortodoxo,
horrorizado por el párrafo anterior, se estará preguntando, mientras se tira de
los pelos con espanto, qué tiene que ver el “Día de la Lealtad Peronista” con
la carne, más allá de que las manifestaciones políticas sean profusas en
parrillas y choripanes, como ironizaron sobre ese día Jorge Luis Borges y
Adolfo Bioy Casares en “La fiesta del monstruo”, el cuento más “gorila” de la
literatura local.
La respuesta tiene nombre y
apellido: Cipriano Reyes, uno de los “hacedores” del 17 de octubre de 1945,
valuarte y mentor del sindicato de los trabajadores de la carne.
El mismo peronista ortodoxo
estará ahora –dos párrafos más abajo de su primer sobresalto- al borde del
colapso, porque Cipriano Reyes fue expulsado del panteón justicialista y su
sola mención constituye una herejía imperdonable.
De hecho, la historia
oficial partidaria pretende erradicar su nombre de ese día en el que le disputó
a Eva Duarte el centro de la escena.
¿Pero quién fue, entonces,
Don Cipriano?
El polifacético Reyes era
hijo de un artista de circo y una madre poeta. Hasta los diez años fue
contorsionista y siempre tuvo una pasión –aparentemente no correspondida- por
la poesía. En 1921, se mudó junto con sus padres a Zárate, y trabajó en el
frigorífico Anglo, donde dos años más tarde participaría en la formación del
sindicato de trabajadores de la carne. A principios de los ’40 se instaló en
Berisso, donde se empleó como obrero del frigorífico Armour y retomó la
actividad gremial, en una época en que los sindicatos estaban controlados por
anarquistas, socialistas y comunistas. Propició la gran huelga de 1943 y fue
detenido.
Según sus palabras, el
propio Coronel Juan Perón le había dicho “necesitamos hombres como usted”,
después de su primer encuentro.
En 1945, cuando Perón, que
era secretario de Trabajo y Vicepresidente, fue obligado a renunciar y detenido
en la isla Martín García, la Confederación General del Trabajo dispuso una
huelga para el 18 de octubre. No se habló de movilización alguna, pero Cipriano
Reyes, entre otros, decidió marchar el día previo hacia la capital para pedir
la liberación de Perón. Ese mítico 17 de octubre, los “muchachos de la carne”
prendieron la mecha de la movilización popular.
“Teníamos cinco mil
activistas organizados y cada uno de ellos podía traer a otros cinco, o sea que
de partida contábamos con 25 mil personas dispuestas y a la mitad de camino ya
éramos como 50 mil”, recordó Reyes, una y otra vez, a lo largo de su vida,
desmintiendo la versión oficial de los “peronólogos” que ubican a Eva Duarte
recorriendo fábricas de Avellaneda e incitando a la manifestación.
De cara a las elecciones
presidenciales, Reyes fundó el Partido Laborista de la Argentina para apoyar la
candidatura de Perón, y él mismo se consagró Diputado por la provincia de
Buenos Aires.
Pero no todos fueron
laureles para Cipriano después del triunfo del General.
Aparentemente, al dirigente
de la carne no le gustaba el verticalismo y se rebeló contra la orden de Perón
de disolver el Partido Laborista para conformar el Movimiento Nacional
Justicialista y de integrarse a la CGT con su sindicato.
Fue así como se enfrentó
abiertamente a Perón y comenzó a sufrir una serie de atentados que casi le
costaron la vida. En 1948 fue acusado de un supuesto complot contra el
presidente y su esposa, lo cual le valió la tortura y la cárcel.
Fue liberado en 1955 por la
autodenominada “Revolución Libertadora” y reorganizó el partido laborista, pero
su estrella política -pese a que falleció muchos años después, en el 2001- ya
se había apagado.
Revulsivo, contestatario y
“mojador de orejas” profesional, Cipriano se pasó el resto de su vida
asegurando “Yo hice el 17 de octubre”, que era casi lo mismo que decir “Yo hice
a Perón”, y repitiendo que ese día “Evita nunca estuvo en la plaza”, sabiendo
que ambas afirmaciones eran verdades incontrastables aunque fueran verdades a
medias.
En esa pelea tan desigual
entre Reyes y Duarte como epicentro del “Día D” peronista, la historia
seguramente olvidará a Cipriano y rescatará a Eva, conductora espiritual del
movimiento. Pero nadie podrá negar que miles de trabajadores de la carne, de
los frigoríficos de Berisso y Ensenada, marcharon un 17 de octubre de 1945
hacia la Plaza de Mayo y gestaron un hecho que influiría en la vida política
del país tanto como lo hace la carne en los estómagos de todos los argentinos,
los más carnívoros del mundo.
Luis Fontoira
Publicado en la revista
Integración
Nro. 5 – Mayo de 2010
Recuadro
Cipriano, la película
Según informaciones de
medios periodísticos de La Plata, hace pocos días terminó de rodarse el film
“Cipriano”, dirigido por Marcelo Gálvez, obviamente basado en la vida del
sindicalista de la carne.
Las escenas se filmaron en
las cercanías del emblemático edificio donde funcionaba el frigorífico Swift,
ubicado en la calle Nueva York de Berisso, declarada “Sitio Histórico
Nacional”.
La película, que será estrenada
antes de fin de año, pasará a engrosar la ya de por sí abultada lista de
manifestaciones culturales argentinas vinculadas al mundo de la carne vacuna,
en este caso a través del relato de las vidas de los trabajadores de la
industria frigorífica.
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